Desafiando a Murphy
Publicado: Jue 28 Sep, 2017 19:25
«Si algo puede salir mal, probablemente saldrá mal»
Este famoso adagio fue más que puesto a prueba la semana pasada por mi grupo, incluyéndome a mi mismo (o especialmente, por mi mismo)
Hace unos meses mi hermano me propuso viajar con ellos y sus cuñados para llevar al parque a mis sobrinas y su prima (de cuatro, cinco y seis años).
La idea era viajar en avión por la tarde, hacer noche en el apartahotel Adagio, e incorporarnos al día siguiente al hotel Cheyenne intentando mantener el secreto a las niñas el máximo tiempo posible. Esto podía ser algo complicado, sobre todo con la mayor, porque hace un par de años estuvieron conmigo en el parque y tengo costumbre de ponerles vídeos de aquellos días.
Pero la cosa salió bien... A pesar de la existencia de publicidad en el hall del hotel, el hecho de llegar algo tarde al mismo y la presencia del duende Noddy entre los elementos de recreo infantiles hizo que las niñas no se preguntaran nada.
A llegar tarde ayudó, al margen de un pequeño retraso del vuelo, que el chofer del transporte se confundiera de ruta.
Sí, imagino que por llegar con algo de retraso con posterioridad a las ocho de la tarde (fueron sólo unos minutos, pero ya fuera de los horarios normales), nos asignaron a un chofer con menos experiencia en la ruta. El hombre complementó el navegador de la furgoneta con su propio GPS pero se pasó la salida que tenía que tomar. Así que tocó tomar un pequeño desvío
Al día siguiente, ya descansados , tomamos a primera hora el autobús que nos dejaría en la estación del parque y después el del que iba a ser el nuestro hotel, el Cheyenne.
Al llegar, Mickey estaba haciéndose una sesión de fotos en recepción y en ese momento la mayor (recordad, seis años) ató cabos, pero mi cuñada le pidió que guardara “el secreto”
Y así, mientras las niñas se hacían fotos, yo aproveché para ir a adquirir la tarjeta photopass+ y vincularla a mi cuenta, sabiendo que íbamos a sacarle partido al servicios, y el resto fueron a completar el registro.
El proceso de vinculación de la tarjeta photopass a mi cuenta duró más de lo esperado, ya que no me quería reconocer el identificador de la misma. Tras consultarlo en la tienda, reinicié la aplicación y, tras un par de intentos la cuenta se cargó... lo que podría considerarse un augurio de lo que se avecinaba.
Allí estaba yo, feliz en mi ¿décimo viaje?. Pues sí, 10 veces ya... convencido en que a estas alturas sería difícil sorprenderme... hasta que llegó mi hermano con un aspecto “un poco preocupado” y me pidió que pasara por recepción para verificar una cosa
Cuando llegué a mostrador vi que la cara de mi cuñada estaba “un poco más preocupada aún”. Y es que resulta que servidor no tenía ni pase de horas extra, ni vales de comida, ni alojamiento, ni entradas... vamos que yo no debía estar allí.
¿Como fue esto posible? Contextualicemos.
Hace dos años, viajé al parque también con mi hermano, mi cuñada y mis dos sobrinas, por lo que sumábamos 5 personas. Dado que la capacidad normal de las habitaciones del hotel Cheyenne es de 4 lo que hice fue reservar una habitación para mi solo y vincular esta reserva a la del resto de la familia. Esto facilitó el que luego nos dieran habitaciones comunicadas.
Bajo esa premisa, mi cuñada se quedó con la idea de que lo que había hecho era ampliar la reserva para añadir la habitación adicional, y con ese criterio me remitió hace unos meses, tras tramitar la inscripción su código de reserva para que yo la completara, pero en este caso no añadiendo una habitación sino sumando mi estancia a las otras tres, que correspondían a su hermana, su cuñado y su sobrina.
Lo que yo pensé que había hecho en cambio era completar la reserva de los cuatro y que me mandaba el código por mensajería para que tuviera una confirmación de la misma. Y como hay mucha confianza en la familia en ningún momento nos tomamos la molestia de contrastar o verificar nada. Yo confiaba en ellos y ellos en mí
Así que lo que teníamos eran dos habitaciones reservadas, una con cuatro personas y otra con tres y luego un señor con cámara de fotos que andaba por allí...
Curiosamente yo era el mas relajado del grupo, por que tenía claro que la magia se iba a poner en marcha (bueno, eso y que ya tenía en la cabeza un plan B...) y esta se hizo presente, la "Magia de la Atención al Cliente"
La frase de Estefanía, la Cast Member que nos estaba atendiendo en recepción fue: "Tenemos un problema, pero lo vamos a solucionar"
Estaba bastante claro que el error había sido nuestro y, puestos a pensar, podían dar por sentado que yo podía ser un acoplado al grupo de última hora aprovechando la oferta y el hueco disponible. Esto no pasó en ningún momento y al vernos se hicieron cargo de la situación. Procedieron a ampliar la reserva respetándome la oferta al completo.
Y en ningún momento saqué a colación mi condición de cliente reincidente o miembro del Club de Accionistas. El único inconveniente para el grupo fue el retraso que les ocasioné al ser necesario imprimir mis vales y documentación ya que al hacerlo en papel especial la impresión tarda más.
(Estefanía al teléfono mientras ajustaba mi reserva)
Esta preocupación por el cliente dejó bastante anonadados mis acompañantes novatos (los cuñados de mi hermano) pero la cosa no iba a terminar ahí...
La oferta que llevábamos incluía pensión completa estándar , es decir teníamos vales tanto para comer como para cenar, y nuestro plan era sacarles partido. Sin embargo, dado el retraso que supuso mi re-reserva, la primera de las comidas la hicimos en un restaurante de mostrador, el Hiperion (mi restaurante fetiche de inicio de estancia, el Bella Notte, estaba cerrado ese día) y aquí, nuevamente, la preocupación por el cliente se hizo palpable. La cast member que atendía la caja se dio cuenta de que era nuestro primer uso de los vales de comida y, aunque no hablaba español se preocupó por darnos a entender que usándolos allí estábamos perdiendo dinero. Por supuesto, la explicamos que lo sabíamos, y que no nos importaba, pero el detalle fue de lo mas agradable.
Y siguiendo con las comidas, esta sensación de cuidado continuó al día siguiente cuando, en el ayuntamiento, programamos el resto de las de las comidas. Los vales de comida resultan cómodos, y si además los has obtenido mediante una oferta suponen un ahorro importante, pero tienen un problema psicológico asociado. El vale tiene un valor fijo que corresponde a un entrante (o un acompañamiento, depende del tipo de restaurante), un principal, un postre y la bebida, o bien la consumición que se haga en alguno de los buffets del resort. Esto da la sensación de que si no se va a los buffets se están desperdiciando los vales de comida, porque si se come en restaurantes económicos el precio de los menús es inferior al valor de los vales y si se acude a los caros hay que añadir dinero. Por todo ello decidimos organizarnos un plan de comidas, teniendo en cuenta el cambio de parque alguno de los días e intentar variar lo más posible.
Pero no contamos con dos detalles importantes. El primero es que, con ocho personas, nuestro grupo ya era medianamente grande. Y el segundo, que el núcleo de nuestra estancia se iba a producir en fin de semana, lo que hacía que la disponibilidad de mesa fuera menor. Al final el cast member que nos atendió en el Ayuntamiento estuvo haciendo llamadas y cuadrando horarios con nosotros para poder ubicar todas las comidas ( de hecho al final incluso tuvimos que anular la ultima de las reservas, porque no contamos con que el último día no llevaba vale aparejado)
Y no fue esa la última vez que algunos de nosotros visitamos el Ayuntamiento. Recordándolo me hace gracia porque antes de entrar al parque me preguntaron qué era eso del ayuntamiento y yo les expliqué que además de centro de información y reservas, asumía las funciones de centro de reclamaciones y objetos perdidos... Y ese viernes comprobamos esta función
Pero, si no os importa, voy a realizar un nuevo flashback (ya sabéis, imaginad un fundido con la imagen licuándose o bien una cortinilla de niebla).
Hace unos cinco años los cuñados de mi hermano se casaron, y de luna de miel se fueron a la exótica India. Así que me sorprendió recibir una llamada de la hermana de mi cuñada cuando se encontraban todavía de vacaciones. Resulta que perdieron (o “les perdieron”) su cámara en el subcontinente, y dado que su última parte del viaje la realizaban en Canarias decidieron llamarme para que les recomendara algún modelo para reponerla (la gente tiende a pensar que como uso cámara grande y saco muchas fotos algo entiendo del tema, y el hecho de que encima conteste a las dudas refuerza esta impresión). Dadas sus características y preferencias les recomendé una compacta avanzada con la cual han estado muy contentos estos últimos años.
Pues bien, a media tarde del viernes notaron que no tenían la cámara, la habían perdido (junto a todas las fotos que habían hecho hasta el momento). Mi recomendación fue que esperáramos hasta bien avanzada la tarde para pasar por el Ayuntamiento por si aparecía, por lo que seguimos disfrutando del parque, aunque con la preocupación en el cuerpo. Y la desazón aumentó más tarde porque, por si fuera poco, estando en los dumbos a última hora nos “volaron” una de nuestras sillitas alquiladas, para la que, por cierto, se había pagado fianza por si en algún momento nos movíamos entre los dos parques.
A lo largo del día ya había pasado algo con esa sillita.
Como mencioné al principio, viajábamos con tres niñas pequeñas que, aunque tienen autonomía completa, llevarían difícil la paliza de movernos andando tanto y tantos días seguidos por lo que, desde el principio nos planeamos alquilar dos de las sillas que ofrece el parque a sus huéspedes. Y, de manera natural, las asas de una de las dos sillas acabaron acogiendo la mochila con las botellas de agua al margen de algún otro complemento, mientras la otra permanecía libre en su parte posterior.
Normalmente al dejarlas en la entrada de una atracción tendíamos a dejar las dos sillas, la de la mochila colgada y la otra unidas una tras la otra, protegiendo, de manera inconsciente, la bolsa del agua u otros objetos al poner la silla vacía en segundo lugar. Y lo que nos solíamos encontrar a la vuelta es que ambas sillas estaban separadas, seguramente porque se considererá que dos sillas unidas una detrás de la otra, aunque aumenta el espacio disponible de “aparcamiento” reduce el de circulación, y además los CM ni nadie tiene porqué saber que ambas sillas van juntas y pueden considerar que simplemente una entorpece a la otra.
En uno de estos lugares de parada mi cuñada escuchó a una persona decir “Mira, ahí tenemos una silla libre”, refiriéndose a la que no tenía accesorios, mientras se acercaba para cogerla. A lo que ella les contesto “esta silla la tenemos alquilada nosotros”. Es decir hay visitantes que, no fijándose en el nombre de la tarjeta posterior piensan que la sillitas están a libre disposición. Y se ve que, con vistas a Illuminations alguien pensó que disponer de una sillita para su vástago podía resultar muy interesante (eso, o alguien se confundío y cogió dos sillas, no voy a ser totalmente malpensado)
Así que nos encontramos en Fantasyland, con las atracciones cerradas y un montón de CM ocupándose de revisar todo antes del desalojo de la zona y con una sillita menos. Después de explicar nuestra situación intentaron buscarla por los alrededores por si había sido recolocada y después nos emplazaron al ayuntamiento para efectuar la denuncia.
Y así, media hora antes del inicio del espectáculo, apareció la cámara, fácilmente identificable gracias a las fotos que contenía en su interior, y se resolvió sin problema el tema de la sillita y su depósito. Un nuevo punto para la atención al cliente del parque (aunque no tanto para los visitantes claro.
A partir de ese momento comenzamos a tomar las siguientes medidas: hacer una foto del número de bastidor para tenerlas identificadas en futuros incidentes y siempre dejar alguna bolsa o prenda colgada (nada muy especial) para evitar "despistes"
Pero claro, no hay dos sin tres (o tres sin cuatro, según como se mire) y el domingo fui yo el que perdió la cámara compacta... El handicap en este caso es que esta segunda cámara no la usaba para fotografiar al grupo, así que le daba vueltas a la cabeza en como iba a poder demostrar que era mi cámara. Mis dos cosas a favor eran que no se trataba de una cámara corriente (es un modelo de cámara con dos objetivos que sirve para hacer fotos en tres dimensiones) por lo que no sería fácil que un modelo igual estuviera perdido, y que tenía una idea bastante clara de que la habría perdido en las inmediaciones de Piratas del Caribe.
La cámara apareció, y la primera foto que apareció fue esta:
(La foto esta apaisada y con desplazamiento de color porque en realidad es para ver con gafas rojo-cian)
En resumen, lo que podían haber sido unas vacaciones bastante traumáticas en otro contexto se convirtió en una nueva experiencia maravillosa (se de gente que va a repetir... al margen de mí, evidentemete)
Y como complemento, por si alguno quiere verlo, os dejo enlace a mi grabación en HD del espectáculo Mickey y el Mago
https://youtu.be/WUkQD3cfnXU
Este famoso adagio fue más que puesto a prueba la semana pasada por mi grupo, incluyéndome a mi mismo (o especialmente, por mi mismo)
Hace unos meses mi hermano me propuso viajar con ellos y sus cuñados para llevar al parque a mis sobrinas y su prima (de cuatro, cinco y seis años).
La idea era viajar en avión por la tarde, hacer noche en el apartahotel Adagio, e incorporarnos al día siguiente al hotel Cheyenne intentando mantener el secreto a las niñas el máximo tiempo posible. Esto podía ser algo complicado, sobre todo con la mayor, porque hace un par de años estuvieron conmigo en el parque y tengo costumbre de ponerles vídeos de aquellos días.
Pero la cosa salió bien... A pesar de la existencia de publicidad en el hall del hotel, el hecho de llegar algo tarde al mismo y la presencia del duende Noddy entre los elementos de recreo infantiles hizo que las niñas no se preguntaran nada.
A llegar tarde ayudó, al margen de un pequeño retraso del vuelo, que el chofer del transporte se confundiera de ruta.
Sí, imagino que por llegar con algo de retraso con posterioridad a las ocho de la tarde (fueron sólo unos minutos, pero ya fuera de los horarios normales), nos asignaron a un chofer con menos experiencia en la ruta. El hombre complementó el navegador de la furgoneta con su propio GPS pero se pasó la salida que tenía que tomar. Así que tocó tomar un pequeño desvío
Al día siguiente, ya descansados , tomamos a primera hora el autobús que nos dejaría en la estación del parque y después el del que iba a ser el nuestro hotel, el Cheyenne.
Al llegar, Mickey estaba haciéndose una sesión de fotos en recepción y en ese momento la mayor (recordad, seis años) ató cabos, pero mi cuñada le pidió que guardara “el secreto”
Y así, mientras las niñas se hacían fotos, yo aproveché para ir a adquirir la tarjeta photopass+ y vincularla a mi cuenta, sabiendo que íbamos a sacarle partido al servicios, y el resto fueron a completar el registro.
El proceso de vinculación de la tarjeta photopass a mi cuenta duró más de lo esperado, ya que no me quería reconocer el identificador de la misma. Tras consultarlo en la tienda, reinicié la aplicación y, tras un par de intentos la cuenta se cargó... lo que podría considerarse un augurio de lo que se avecinaba.
Allí estaba yo, feliz en mi ¿décimo viaje?. Pues sí, 10 veces ya... convencido en que a estas alturas sería difícil sorprenderme... hasta que llegó mi hermano con un aspecto “un poco preocupado” y me pidió que pasara por recepción para verificar una cosa
Cuando llegué a mostrador vi que la cara de mi cuñada estaba “un poco más preocupada aún”. Y es que resulta que servidor no tenía ni pase de horas extra, ni vales de comida, ni alojamiento, ni entradas... vamos que yo no debía estar allí.
¿Como fue esto posible? Contextualicemos.
Hace dos años, viajé al parque también con mi hermano, mi cuñada y mis dos sobrinas, por lo que sumábamos 5 personas. Dado que la capacidad normal de las habitaciones del hotel Cheyenne es de 4 lo que hice fue reservar una habitación para mi solo y vincular esta reserva a la del resto de la familia. Esto facilitó el que luego nos dieran habitaciones comunicadas.
Bajo esa premisa, mi cuñada se quedó con la idea de que lo que había hecho era ampliar la reserva para añadir la habitación adicional, y con ese criterio me remitió hace unos meses, tras tramitar la inscripción su código de reserva para que yo la completara, pero en este caso no añadiendo una habitación sino sumando mi estancia a las otras tres, que correspondían a su hermana, su cuñado y su sobrina.
Lo que yo pensé que había hecho en cambio era completar la reserva de los cuatro y que me mandaba el código por mensajería para que tuviera una confirmación de la misma. Y como hay mucha confianza en la familia en ningún momento nos tomamos la molestia de contrastar o verificar nada. Yo confiaba en ellos y ellos en mí
Así que lo que teníamos eran dos habitaciones reservadas, una con cuatro personas y otra con tres y luego un señor con cámara de fotos que andaba por allí...
Curiosamente yo era el mas relajado del grupo, por que tenía claro que la magia se iba a poner en marcha (bueno, eso y que ya tenía en la cabeza un plan B...) y esta se hizo presente, la "Magia de la Atención al Cliente"
La frase de Estefanía, la Cast Member que nos estaba atendiendo en recepción fue: "Tenemos un problema, pero lo vamos a solucionar"
Estaba bastante claro que el error había sido nuestro y, puestos a pensar, podían dar por sentado que yo podía ser un acoplado al grupo de última hora aprovechando la oferta y el hueco disponible. Esto no pasó en ningún momento y al vernos se hicieron cargo de la situación. Procedieron a ampliar la reserva respetándome la oferta al completo.
Y en ningún momento saqué a colación mi condición de cliente reincidente o miembro del Club de Accionistas. El único inconveniente para el grupo fue el retraso que les ocasioné al ser necesario imprimir mis vales y documentación ya que al hacerlo en papel especial la impresión tarda más.
(Estefanía al teléfono mientras ajustaba mi reserva)
Esta preocupación por el cliente dejó bastante anonadados mis acompañantes novatos (los cuñados de mi hermano) pero la cosa no iba a terminar ahí...
La oferta que llevábamos incluía pensión completa estándar , es decir teníamos vales tanto para comer como para cenar, y nuestro plan era sacarles partido. Sin embargo, dado el retraso que supuso mi re-reserva, la primera de las comidas la hicimos en un restaurante de mostrador, el Hiperion (mi restaurante fetiche de inicio de estancia, el Bella Notte, estaba cerrado ese día) y aquí, nuevamente, la preocupación por el cliente se hizo palpable. La cast member que atendía la caja se dio cuenta de que era nuestro primer uso de los vales de comida y, aunque no hablaba español se preocupó por darnos a entender que usándolos allí estábamos perdiendo dinero. Por supuesto, la explicamos que lo sabíamos, y que no nos importaba, pero el detalle fue de lo mas agradable.
Y siguiendo con las comidas, esta sensación de cuidado continuó al día siguiente cuando, en el ayuntamiento, programamos el resto de las de las comidas. Los vales de comida resultan cómodos, y si además los has obtenido mediante una oferta suponen un ahorro importante, pero tienen un problema psicológico asociado. El vale tiene un valor fijo que corresponde a un entrante (o un acompañamiento, depende del tipo de restaurante), un principal, un postre y la bebida, o bien la consumición que se haga en alguno de los buffets del resort. Esto da la sensación de que si no se va a los buffets se están desperdiciando los vales de comida, porque si se come en restaurantes económicos el precio de los menús es inferior al valor de los vales y si se acude a los caros hay que añadir dinero. Por todo ello decidimos organizarnos un plan de comidas, teniendo en cuenta el cambio de parque alguno de los días e intentar variar lo más posible.
Pero no contamos con dos detalles importantes. El primero es que, con ocho personas, nuestro grupo ya era medianamente grande. Y el segundo, que el núcleo de nuestra estancia se iba a producir en fin de semana, lo que hacía que la disponibilidad de mesa fuera menor. Al final el cast member que nos atendió en el Ayuntamiento estuvo haciendo llamadas y cuadrando horarios con nosotros para poder ubicar todas las comidas ( de hecho al final incluso tuvimos que anular la ultima de las reservas, porque no contamos con que el último día no llevaba vale aparejado)
Y no fue esa la última vez que algunos de nosotros visitamos el Ayuntamiento. Recordándolo me hace gracia porque antes de entrar al parque me preguntaron qué era eso del ayuntamiento y yo les expliqué que además de centro de información y reservas, asumía las funciones de centro de reclamaciones y objetos perdidos... Y ese viernes comprobamos esta función
Pero, si no os importa, voy a realizar un nuevo flashback (ya sabéis, imaginad un fundido con la imagen licuándose o bien una cortinilla de niebla).
Hace unos cinco años los cuñados de mi hermano se casaron, y de luna de miel se fueron a la exótica India. Así que me sorprendió recibir una llamada de la hermana de mi cuñada cuando se encontraban todavía de vacaciones. Resulta que perdieron (o “les perdieron”) su cámara en el subcontinente, y dado que su última parte del viaje la realizaban en Canarias decidieron llamarme para que les recomendara algún modelo para reponerla (la gente tiende a pensar que como uso cámara grande y saco muchas fotos algo entiendo del tema, y el hecho de que encima conteste a las dudas refuerza esta impresión). Dadas sus características y preferencias les recomendé una compacta avanzada con la cual han estado muy contentos estos últimos años.
Pues bien, a media tarde del viernes notaron que no tenían la cámara, la habían perdido (junto a todas las fotos que habían hecho hasta el momento). Mi recomendación fue que esperáramos hasta bien avanzada la tarde para pasar por el Ayuntamiento por si aparecía, por lo que seguimos disfrutando del parque, aunque con la preocupación en el cuerpo. Y la desazón aumentó más tarde porque, por si fuera poco, estando en los dumbos a última hora nos “volaron” una de nuestras sillitas alquiladas, para la que, por cierto, se había pagado fianza por si en algún momento nos movíamos entre los dos parques.
A lo largo del día ya había pasado algo con esa sillita.
Como mencioné al principio, viajábamos con tres niñas pequeñas que, aunque tienen autonomía completa, llevarían difícil la paliza de movernos andando tanto y tantos días seguidos por lo que, desde el principio nos planeamos alquilar dos de las sillas que ofrece el parque a sus huéspedes. Y, de manera natural, las asas de una de las dos sillas acabaron acogiendo la mochila con las botellas de agua al margen de algún otro complemento, mientras la otra permanecía libre en su parte posterior.
Normalmente al dejarlas en la entrada de una atracción tendíamos a dejar las dos sillas, la de la mochila colgada y la otra unidas una tras la otra, protegiendo, de manera inconsciente, la bolsa del agua u otros objetos al poner la silla vacía en segundo lugar. Y lo que nos solíamos encontrar a la vuelta es que ambas sillas estaban separadas, seguramente porque se considererá que dos sillas unidas una detrás de la otra, aunque aumenta el espacio disponible de “aparcamiento” reduce el de circulación, y además los CM ni nadie tiene porqué saber que ambas sillas van juntas y pueden considerar que simplemente una entorpece a la otra.
En uno de estos lugares de parada mi cuñada escuchó a una persona decir “Mira, ahí tenemos una silla libre”, refiriéndose a la que no tenía accesorios, mientras se acercaba para cogerla. A lo que ella les contesto “esta silla la tenemos alquilada nosotros”. Es decir hay visitantes que, no fijándose en el nombre de la tarjeta posterior piensan que la sillitas están a libre disposición. Y se ve que, con vistas a Illuminations alguien pensó que disponer de una sillita para su vástago podía resultar muy interesante (eso, o alguien se confundío y cogió dos sillas, no voy a ser totalmente malpensado)
Así que nos encontramos en Fantasyland, con las atracciones cerradas y un montón de CM ocupándose de revisar todo antes del desalojo de la zona y con una sillita menos. Después de explicar nuestra situación intentaron buscarla por los alrededores por si había sido recolocada y después nos emplazaron al ayuntamiento para efectuar la denuncia.
Y así, media hora antes del inicio del espectáculo, apareció la cámara, fácilmente identificable gracias a las fotos que contenía en su interior, y se resolvió sin problema el tema de la sillita y su depósito. Un nuevo punto para la atención al cliente del parque (aunque no tanto para los visitantes claro.
A partir de ese momento comenzamos a tomar las siguientes medidas: hacer una foto del número de bastidor para tenerlas identificadas en futuros incidentes y siempre dejar alguna bolsa o prenda colgada (nada muy especial) para evitar "despistes"
Pero claro, no hay dos sin tres (o tres sin cuatro, según como se mire) y el domingo fui yo el que perdió la cámara compacta... El handicap en este caso es que esta segunda cámara no la usaba para fotografiar al grupo, así que le daba vueltas a la cabeza en como iba a poder demostrar que era mi cámara. Mis dos cosas a favor eran que no se trataba de una cámara corriente (es un modelo de cámara con dos objetivos que sirve para hacer fotos en tres dimensiones) por lo que no sería fácil que un modelo igual estuviera perdido, y que tenía una idea bastante clara de que la habría perdido en las inmediaciones de Piratas del Caribe.
La cámara apareció, y la primera foto que apareció fue esta:
(La foto esta apaisada y con desplazamiento de color porque en realidad es para ver con gafas rojo-cian)
En resumen, lo que podían haber sido unas vacaciones bastante traumáticas en otro contexto se convirtió en una nueva experiencia maravillosa (se de gente que va a repetir... al margen de mí, evidentemete)
Y como complemento, por si alguno quiere verlo, os dejo enlace a mi grabación en HD del espectáculo Mickey y el Mago
https://youtu.be/WUkQD3cfnXU