DÍA 10: TOKIO
¡Último día en Tokio! En realidad los próximos días vamos a seguir en Tokio "no del todo", ya que esta noche dormimos en Tokyo Disney Resort.
Tras el desayuno dejamos las maletas en el servicio de guardamaletas del hotel y nos dirigimos hacia la estación de tren. ¿Nuestro destino? La ciudad de Mitaka…
Mitaka es una ciudad que forma parte del “gran Tokio”, esta megaurbe que es una unión de muchas ciudades sin solución de continuidad y con una población cercana a los… ¡40 millones de habitantes! Es el área urbana más poblada del planeta y la tercera en extensión, por detrás del área metropolitana de Los Ángeles y de Nueva York.
Decía que hoy íbamos a Mitaka para visitar un museo muy especial: el de los estudios Ghibli.
Habíamos comprado las entradas meses atrás porque el número de visitantes admitidos en este museo es muy reducido. De hecho solo pudimos elegir visitarlo ese día porque el resto de días que teníamos para Tokio ya estaban completos.
Un gran Totoro nos recibió en las puertas del museo:
El lugar es uno de los sitios con más encanto y más magia que he visto en mi vida. Sorprende como se funde la naturaleza con el edificio. El proyecto fue diseñado y construido bajo la estricta supervisión de Miyazaki y eso se nota.
Esta es el acceso al edificio en sí, donde una empleada gritó "Spain! Welcome!" al ver nuestros "vales".
Nos explicó que debíamos canjearlos en el recibidor por las entradas "de verdad".
La puerta de acceso al edificio estaba ricamente decorada con unas preciosas vidrieras:
Al entrar nos canjearon los vales por nuestras entradas de verdad. Y ahí vino la primera sorpresa: la entrada es en realidad un trozo de celuloide.
Además, cada entrada es única porque son todas diferentes:
Nos dieron las entradas y nos indicaron donde podíamos dejar los paraguas y las mochilas. Y nos dieron una noticia malísima, está rigurosamente prohibido hacer fotos en el interior del museo
. En un principio me pareció una pasada, pero luego lo entendí....en lugar tiene una magia especial y creo que la mejor forma de preservarla y de guardar la sorpresa es evitar que uno lo vea todo por internet antes de ir. De hecho yo siempre intento no ver demasiado de los lugares que voy a visitar precisamente para eso, para que me sorprenda un poco.
Si que estaba autorizado el hacer fotos en toda la zona exterior. Este es el patio interior del museo:
Tengo que decir que la sensibilidad y delicadeza con la que está hecho no puede dejarte indiferente. Es más, no puede dejarte frío aunque no seas un gran seguidor de las obras de este estudio (yo no lo soy).
El tejado vegetal con su gran jardín le da un aire todavía más misterioso si cabe.
En el centro del mismo se encuentra el robot de la película "El Castillo en el Cielo" y que protege el museo desde las alturas.
Como decía, prohibidísimo hacer fotos en el interior, pero no me pude resistir a tirar una a mi hija subida a lomos del gatobús que ocupa una de las salas. Erica ya tiene 12 y es la edad límite para subir al mismo, así que era ahora o nunca.
Los padres me entenderéis bien: no podía dejar pasar la ocasión porque "Mi vecino Totoro" es una película que nos encanta a los dos y, de alguna forma, es una "conexión" padre-hija que quería inmortalizar. Nos queremos un montón pero mi hija está empezando a volar fuera del nido y..... ¡Que rápido pasa el tiempo leñe! Venga, voy a seguir con el relato que me pongo melancólico...
El museo alberga una deliciosa sala de cine. No he encontrado ninguna foto de calidad en la web y, desde luego, ninguna que refleje el ambiente que se respira dentro.
En cambio he encontrado este dibujo que creo que sí recoge parte de la magia del lugar:
En esta sala se proyectan cortos de los estudios Ghibli realizados ex-profeso para el museo, no se pueden ver en ninguna otra parte. Cada mes o cada 2 meses lo van cambiando hasta que le dan la vuelta al catálogo de cortos exclusivos (unos 10 o 12 en total). El que nos tocó a nosotros se llamaba Chuzumo.
Tengo que decir que hacía tiempo que no reía con tantas ganas. La historia es una delicia y está contada de forma muy graciosa. Era en japonés pero no importaba porque fue muy visual. De hecho creo que si hubiese sido en español no me habría gustado tanto.
El relato está basado en un cuento tradicional pero con un toque "Ghibli" que lo convierte en una pequeña joya. Ya digo, salimos de la sala con una sonrisa de oreja a oreja.
Tras visitar la tienda del museo, tocaba regresar a Tokio. Una pena que Mitaka esté tan lejos porque este es un lugar que seguro os encantaba a todos.
En la estación descubrimos unos puestos con comida preparada para llevar con una pinta estupenda. Así que no nos lo pensamos y compramos diferentes cosillas que degustamos sentados en un banco de la estación.
La comida estupenda pero, lo único malo fue...tirar la basura. Y es que, ya digo, no hay apenas papeleras en Japón. Finalmente entré a un "Subway" que teníamos enfrente y lo tiré discretamente al contenedor.
Tomamos el tren en dirección a Asakusa. Al salir a la calle nos encontramos con esto:
Y es que por increíble que parezca, la zona de Asakusa celebra cada año el festival de....¡Samba!
Aunque había algunas bailarinas brasileñas la inmensa mayoría de ellas eran japonesas y, la verdad, era sorprendente verlas así de "sueltas" cuando se conoce un poco a los japoneses.
Allí mismo se encontraba el "Kaminarimon" (o puerta del trueno) que sirve de anticipo del templo Senso-ji al que nos dirigíamos.
Impresionante el tamaño del farol e impresionantes las 4 estatuas que lo custodiaban.
Desde la puerta del trueno hasta el templo nos encontramos con la calle Nakamise, llena de puestos en la que vendían de todo, desde comida como este puesto de las famosas albondigas de pulpo:
...hasta mascaras de Kabuki (teatro popular japonés):
Por el templo se encuentran numerosas estrellas "esvásticas" que, en contra de lo que se cree, no fue un invento de los nazis sino que estos lo copiaron de un símbolo budista llamado "svastika" que representa la buena fortuna y el bienestar.
Los nazis la adoptaron y la hicieron suya, pero el origen y significado de la misma es bien distinto. Esto me recuerda al águila bicéfala que todo el mundo relaciona con el franquismo cuando es un símbolo mucho más antiguo que pertenece a los Reyes Católicos (quienes hayan visitado su tumba en Granada saben de lo que hablo).
El templo de Senso-ji es visitado por más de 20 millones de personas al año y es una de las atracciones turísticas más importantes de la ciudad.
Desde el mismo se divisa la famosa "Skytower" de Tokio:
No muy lejos de ahí se encuentra el edificio central de la Bandai.
Esta firma de juguetes tiene aquí su sede y si uno anda por la calle se encuentra con esto:
Volvimos sobre nuestros pasos. A lo lejos se veía este peculiar edificio:
Aunque parece una antorcha o un cuerno, en realidad representa la espuma de una cerveza ya que aquí se encuentra la sede de una de las más famosas cervezas japonesas: la Kirin.
Y regresamos al hotel a recoger maletas y pusimos rumbo nuestro próximo destino:
¡Tokyo Disneyland Resort!
Pero eso, amigos míos, es otra historia...
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