imagina un mundo sin Mickey, sin Minnie, sin Donald. Un mundo sin las obras maestras de la animación de Blancanieves y los siete enanitos, Pinocho, Fantasía, Bambi, Peter Pan o 101 Dálmatas. Un mundo sin Mary Poppins de Julie Andrews. Un mundo sin Disneyland.
Y en consecuencia, también sería un mundo sin Toy Story, sin Frozen, sin… ¡Disneyland Paris! ¡Inconcebible!
Afortunadamente, la historia no se cambia y todas estas creaciones, entre otras, existieron. Gracias a la genialidad de un hombre: Walt Disney.
Nació el 5 de diciembre de 1901 en Chicago, pero fue principalmente en el pequeño pueblo de Marceline, Missouri, donde se instaló su familia en 1906, donde se abrió al mundo.
En la naturaleza, con los animales de granja de sus padres y especialmente Skinny, un lechón al que alimentaba con biberón y se convirtió en su compañero más fiel.
A la tecnología, con el ferrocarril aún muy reciente, que pasaba por la ciudad y del que su tío Mike era uno de los mecánicos.
A la literatura, gracias a su madre, Flora, que le dio el gusto, en particular leyéndole cuentos por la noche antes de quedarse dormido.
Con música, a través de las reuniones musicales de su padre, Elias, en el viejo Taylor's.
En el dibujo, bajo el impulso del doctor Sherwood, quien había descubierto su talento y le había encargado pintar su caballo.
Sin olvidar, por supuesto, el cine, que descubrió por esta época con su hermana Ruth.
Rico en todas estas grandes experiencias, supo aprovechar esta herencia para proyectarse mejor hacia el futuro dándole categoría a una forma de expresión nueva para la época - la animación -, y creando un lugar único en el mundo. llamado Disneyland, donde todas las generaciones pudieron compartir aventuras increíbles.
A través de su arte, y en particular de películas como Cenicienta, Blancanieves y los siete enanitos, Pinocho o Alicia en el país de las maravillas, revisó las obras maestras de la literatura europea dándoles una dimensión completamente nueva.
Con Bambi y la serie True-Life Adventures, representó de manera única las maravillas de la naturaleza y fue uno de los primeros en comprometerse con su preservación.
Con Los tres caballeros, la serie documental Gente y lugares y la atracción "It's a Small World" imaginada en 1964 para Unicef, celebró la diversidad de culturas y se comprometió así con un mundo más abierto y tolerante.
Y con programas como Man in Space, acercó la ciencia a todos y dio forma a los contornos de un futuro lleno de promesas.
Hoy, sus sueños continúan creciendo e inspirando, sueños que se hacen realidad y nunca dejan de florecer en Disneyland Paris ...
Fuente: Nota de prensa Insidears
